viernes, mayo 31, 2013

Tú y tu auto

Pues no sé ustedes pero manejar un auto es muy fácil:
  1. Te subes
  2. Enciendes el auto
  3. Aceleras
  4. Vas a donde quieres
  5. Solo te concentras en ti (en tu prisa o en tu lentitud)
  6. Te atormenta tener que lidiar con el p$%&@! tráfico y esos p%&@s! que no saben manejar (solo tú eres el mejor)
  7. No lo lavas frecuentemente
  8. No lo verificas
  9. No lo llevas a mantenimiento
  10. Solo lo usas pa' que te lleve a las fiestas o al mandado o con la novia. Pa' pronto: Solo lo usas literalmente para moverte cuando no quieres caminar.
  11. Chocas, rebasas, avientas el auto a peatones u otros autos, te pasas el alto, llevas volúmen de radio arriba de los 85 decibeles, vas mensajeando con el celular, vas hablando por celular, te vas peleando con otros, etc. (Opcionales) 



Conducir un auto es algo que requiere más arte:
  1. Conoces el reglamento de transito
  2. Antes de subirte verificas que tanto al interior como al exterior del auto todo está bien
  3. Verificas niveles de agua, aceite, líquido de frenos, gasolina, batería, aire en llantas, etc.
  4. Te subes
  5. Enciendes el auto
  6. Te pones tu cinturón de seguridad
  7. Aceleras
  8. Vas a donde quieres
  9. Cuidas tu distancia con otros autos
  10. Respetas los límites de velocidad
  11. Cedes el paso a los transeuntes
  12. Aplicas la regla del "1 y 1" en calles estrechas al pasar con otros autos
  13. Respetas las señales del semáforo y tráfico
  14. Disfrutas conducir tu auto y conocer la ciudad
  15. Lo verificas, le das mantenimiento, lo lavas y cuidas de manera frecuente (no importa si traes un V8 o un Mini Cooper)


Así, saber manejar y saber conducir un auto NO son la misma cosa. 
No quise continuar sin hacer evidente esta diferencia.

CRÓNICA DE UNA DESCOMPOSTURA ANUNCIADA

Ahora bien, sea que te lo compraste, o te lo regalaron, o te lo ganaste en un concurso, la emoción de tener tu propio auto es indescriptible. Seas hombre o mujer, contar con un auto dejó de ser un lujo como lo fue en los años 50's o incluso los 70's. Desde los años 80's los automoviles (al menos en México) bien fueron considerados "una necesidad". No sé si ese slogan de "necesarios" lo difundieron los accionistas de las marcas de autos para incrementar sus ventas o lo hicieron genuinos ciudadanos amantes de su auto.

Como sea, todos en algún momento hemos tenido que subirnos a un auto y conducirlo.
Por placer o necesidad, la experiencia es fabulosa. Casi como volar aunque sabes que lo haces a nivel de piso. Esa sensación de control y confianza al tener sujetado el volante es hermosa sin importar si tu auto es último modelo o es un "clásico" en permanencia.

¡Que hermoso! Autos, chicas, poder, libertad, viajes, Vin Diesel, Cupido Motorizado, Meteoro y tantos conceptos más que te vienen a la mente cuando ves a tu lindo carro antes de subirte.
Pero siendo honestos, aún cuando conoces el reglamento de tránsito y/o al menos los señalamientos básicos de tráfico y transporte y sabes cuál es la diferencia entre el freno y el volante, en ocasiones el precioso auto sencillamente deja de funcionar o funciona mal. Un sonido, un jaloneo, un humo por aquí o un tronido por allá.
En el peor de los escenarios se apaga y ya no lo haces caminar.
Estás a media carretera o a mitad del Eje Central en el carril de alta y el auto parece no escuchar tus súplicas de encender.

Al auto no le importa si quieres impresionar a esa chica o demostrarle a tu novio que aunque eres mujer si sabes de autos. Menos si vas a llegar tarde al cine o al trabajo. Se descompone y es imposible no darse cuenta (en la mayoría de los casos) que ya venía fallando. Los autos son como los humanos: Avisan, dan señales de cuando algo está mal con ellos. Un foquito rojo o amarillo ignorado; un sonido "raro" o un olor extraño son avisos de que algo debe ser revisado.

Pero a veces solemos ser con nuestros autos como con nosotros mismos. Nos da un dolor y decimos que "no es nada". Los autos a diferencia de los humanos son bastante más firmes en su voluntad de servir o no servir. Tú te cortas y te echas saliva para reducir el impacto pero un auto sin el debido cuidado es una bomba de tiempo que te puede explotar cuando menos lo esperas o debas.

Admitámoslo: ¿Cuántas veces te ha pasado que se descompone tu carro y no sabes qué hacer?
Por rutina y en una especie de ritual nato que parece que todos adquirimos al subir a un auto, lo primero que haces (luego de resoplar y comenzar a sudar) es bajarte a abrir el cofre. Puede que nunca lo hayas abierto pero el sentido común te dice que "algo" debe haber ahí sea para solucionar o para confirmar tus temores.

Mientras caminas hacia el cofre y tratas de mantener la postura ante las burlas de los otros conductores que te pitan el cláxon como si a ellos nunca se les hubiera descompuesto su auto, reflexionas que nunca antes habías visto otra cara de tu auto sino "auto" solo significaba algo en tu cabeza: "4 puertas, cajuela, 4 llantas, volante".

Abres el cofre y no ves nada. Entonces es cuando tu cerebro razona que, en efecto, ese auto tuyo debe estar hecho de mucho más que 4 llantas y 4 puertas.
El motor sigue ahí junto con esos cientos de cables, mangueras y objetos metálicos por aquí y por allá.  
No ves nada. ¡Al menos nada que conozcas de esas más de 100 piezas!

Cierras los ojos y tratas de recordar las charlas con tu papá o tus tíos o tus amigos sobre la vez que a ellos se les descompuso el carro. 

-"¿Qué le revisó el...qué?"-
-"¿Cuál será el cigueñal?"-
-"¿Esta manguerita será la transmisión?"- 
Para no verte ocioso, metes la mano por aquí y por allá. Si ves un tornillo tratas de girarlo (con la mano por cierto) o si ves algún cable largo incluso piensas en jalarlo (eso tal vez sea la falla: el cable se zafó). Suspiras sabiendo que llegarás tarde a donde ibas y entonces de lo más profundo de tu corazón e inconsciente deseas que un guapo mecánico (o Megan Fox -si eres hombre-) aparezca sonriente y te brinde su ayuda mientras te dice: "Calma, veamos qué tiene este carrito. Luego, iremos a cenar. ¿Ok?"
Sin embargo, esto no pasa. No al menos en los próximos 15 minutos en que el auto sigue parado.
Entonces vuelves al asiento y das marcha varias veces. Escuchas el clásico "Gggggggg!, Ggggggg!" del auto que no termina de encender y te rascas la nuca tratando de conservar la calma.

Ahora uno de tus temores se comienza a materializar: Es hora de pedir ayuda a un mecánico.
Por un momento recuerdas esos comerciales donde se muestra siempre a un apuesto y bien peinado mecánico con una sonrisa y bata casi de doctor. "Por aquí debe haber alguno" piensas.

Pero luego de preguntar o de dar un super vistazo de 360 grados a la zona donde estás resulta que el más cercano estaba a 20 minutos de ahí "pasando el mercadito" o "antes de llegar a la gasolinera".
El local está lleno de grasa y una fila de autos que no sabes si ya están reparados o si siguen descompuestos. Se supone que esos autos son una especie de publicidad al local pero alguien que hace bien su trabajo no debiera tener tanto desorden en el lugar ¿Cierto?
Como sea, preguntas por el "Mai" o el "Maestro" (aunque no saben las capitales de los Estados ni cómo resolver una ecuación de segundo grado) y si te pela (hace caso), te dice que ahorita te atiende.
En México ya sabemos que el "Ahorita" es una medida de tiempo inexacta que fluctua entre los próximos 3 segundos a las próximas 3 horas así que tomas valor y en tono suplicante le ruegas que te haga un espacio.

-"No sea malito mai. Está aquí bien cerquita mi carrito. Llevo algo de prisa"- y sonries lo más amable que puedes.

Se limpia las manos llenas de grasa y sale de debajo de esa camioneta a la que algo le hacía (parece que desde hace una semana -según afirma su molesto dueño-) y te acompaña pues. "Chamba es chamba".
Hasta entonces notas que no se parece en nada al tipo de los comerciales esos.
Pero como no es concurso de belleza sino una situación de emergencia, te animas a caminar de su lado hasta con cierto orgullo y admiración. "¡Con tal que me saque mi carro canijo!"
 
Al llegar, te pide hacer todo eso que ya habías hecho antes:
  • "Enciéndale"
  • "Dele marcha"
  • "Acelérele"
  • "¡Ahí bueno!"
Y bueno, es evidente que no es la gasolina porque aunque no sabes mucho de autos sabes que de rigor se le ponen al menos $100 pesitos una vez a la semana. Entonces el mecánico te comienza a hablar en Chino con acento Náhuatl y algunas frases de acrónimos gringos para sonar interesante mientras tú lo escuchas tratando de disimular tu completo descontrol e ignorancia arqueando la ceja izquierda hacia arriba por encima de la derecha mientras tratas de no parpadear mucho y humedecer tu garganta.

-"Hay que revisar que no se haya dañado la marcha. También puede ser el diferencial. Pero ese ruido solo podemos corregirlo con el scanner porque estos carros ya son modernos. Traen un AIS que a veces falla si no es original"-

-¡Ah, ok!- dices tú frunciendo el labio superior como si le hubieras entendido todo.
Fue como haber comprendido que dos más dos son cuatro. Algo más o menos así. ¿no?

Si el mecánico es bueno y honesto (que ya son muy pocos) te dice todo con su mirada más que con sus palabras. Regularmente los buenos mecánicos son señores entre los 40 y los 60 años. Canosos ellos pero bien expertos de su materia.
Claro, hay algunos "lobos de mar" que entre más viejos más manchados pero bueno, todavía quedan buenos mecánicos. Como decía, si el mecánico es bueno casi no dice nada mientras lo revisa pero luego de un rato te dice algo como "Ahorita lo hacemos jalar" o "No se preocupe" y entonces se va por su herramienta y le mete mano aquí y allá y te vuelve a decir que enciendas el auto.
Casi lo besas cuando el motor enciende de nuevo.

Algunos son buenos y baratos pero otros no. Son buenos y bastante caros. Pero ¿qué rayos?, lo que quieres es que tu carro funcione y entonces sacrificas el billete con el que te ibas ir al cine o comprar ese DVD que tanto te gusta. De paso le prometes que lo vas a recomendar con tus "cuates" y él solo sonrie diciendo adios con una sonrisa.

Si te toca un mecánico gandalla, ya estás al borde de al menos 2 semanas de vueltas y vueltas y de un cuate que no le atina a la falla pero para asegurar que no te lleves el carro, ha desmontado casi todo el motor so pretexto de que lo está revisando bien y no como esos mecánicos "chafas de por ahí".

¿Y SI CONOCIERAMOS UN POCO MAS A NUESTRO AUTO?

Decia Erich Fromm que amar es un arte porque implica CONOCIMIENTO.
La premisa de que "nadie puede amar lo que no conoce" es también cierta para nuestros autos.

Creo firmemente que en las escuelas, sino en primaria, al menos en secundaria o la preparatoria debiera ser una asignatura obligatoria (u opcional pues) lo relacionado a mecánica automotriz.

Seamos sínceros y pocas veces en nuestra familia alguien nos enseña a conocer las entrañas del auto. Tal vez nuestro papá o hermano o tío nos enseño a manejar pero poco se nos dijo de cómo funciona el auto y más aún, cómo repararlo en las fallas básicas.

No pretendo dejar sin trabajo a los miles de mecánicos distribuidos en las calles y barrios de nuestra hermosa Ciudad de México y de todo el país entero pero así como de gracia recibí, así de gracia doy.

Comparto con todos y todas ustedes un compendio de manuales que explican conceptos básicos y medios de mecánica automotriz esperando que les sirvan tanto como a mí.

Tal vez no se dediquen a esto pero como sea, tienen un auto.
Sea por cultura general (y evitar que nos cuenten cuentos chinos para sacarnos dinero) o por un profundo amor a tu auto, aquí les dejo este compendio que contiene Manuales, Reglamentos e Ilustraciones sobre el tema.
El conocimiento no diferencía entre hombre o mujer.
Siempre es mejor tener respuestas aún a preguntas no hechas que tener dudas de preguntas mal hechas.


¡Hasta la próxima!
Y no lo olvides: NO SOLO MANEJES UN CARRO, CONDUCE TU AUTO.

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